viernes, 29 de junio de 2012

La oración es un camino de amor.


Cuando las monjas de Teresa le piden que escriba algo sobre la oración, se pone a redactar el libro"Camino de Perfección". Pacticamente el 80% del libro está dedicado a las virtudes humanas y a la vida comunitaria. Pues para Teresa la vida de oración y la vida cristiana tiene que tener la base de las virtudes humanas. Oración sin virtudes es una quimera.

Los demás van a formar parte inherente en todo el proceso orante de la persona. El camino de la oración es un camino de amor, y lo que manifiesta el amor cristiano es el servicio. Para Teresa el equipaje para llegar a la meta son las virtudes: amor de unas con otras, desasimiento, humildad, amor comprometido.

Para ser orante hay que crecer en el amor de unos con otros, estar liberado de otros intereses que no sea el bien de los demás. Pero el amor es una condición para la oración, pero también un efecto: pues la oración nos va a ir haciendo crecer en el amor, en libertad, en humildad.

Una vida auténtica de oración se va a medir no por las muchas horas de oración, sino por lo que la persona crezca en amor a los demás, en libertad, en desasimiento.

La oación es una aventura, no un camino extático o monótono. Es una realidad abierta al crecimiento, en movimiento. Teresa es una aventurera: "fémina inquieta y andariega" la llamaban sus detractores. Y nos quiere introducir en un proceso con un dinamismo que nos abre al misterio de la propia persona y al de Dios.

jueves, 28 de junio de 2012

Un camino abierto a todos...


El camino de la oración es un camino que configura la vida de la persona. Es un camino abierto a todos. Teresa rompe la disyuntiva activos-contemplativos. No hay posibilidad de una vida de acción pura o contemplativa pura. Pues para Teresa el elemento central de la vida de oración es el servicio. La persona no se retira a orar encerrándose en un mundo propio, sino se retira a orar como un servicio a la Iglesia y a los hombres.

Teresa, en un momento crítico para Europa y para la Iglesia de su tiempo, no se encierra a orar, sino a "ayudar al Señor". Va al convento, y llama a sus hijas a luchar por Cristo. Orar no es sumergirse en una interioridad, sino correr un riesgo, pues se ora para aprender del Maestro a dar la vida, a afrontar los mayores problemas que están viviendo los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

El método Teresiano de oración que vamos a ir viendo estos días es sencillo, lineal y sin artificios. Todo el mundo lo puede prácticar. Requiere elegir algún tiempo y un lugar adecuado. Pero Teresa insiste que la oración está al alcance de todos. Y la oración da calidad y profundidad a la vida pues no nos aleja de nuestra realidad sino que nos lleva a una humanidad plena.

A orar se aprende orando. No se trata de aislarse, aunque la soledad ayuda mucho a la oración, sobretodo a los comienzos. Pero la soledad sólo es un medio para crear un espacio de comunicación con el Dios presente. Teresa nos dirá que le hablemos, que nos dejemos mirar o sentirnos mirados. Dios nos está mirando. Y Teresa nos invita a aprender que somos el centro de la mirada de Dios. Y esta presencia es pacificadora, amorosa. Por eso, debemos mirarle también nosotros.

La oración es un trato de amistad con un Dios que nunca está ausente, sino siempre presente. El primer paso para orar es querer orar, querer ser amigo de Dios.Nuestra voluntad tiene que dar un paso adelante; es lo que Teresa llama la "determinada determinación" de no dejar nunca la oración.

miércoles, 27 de junio de 2012

Pedagogía de la oración teresiana


Teresa es una mujer de una pedagogía y una experiencia muy simple. Ella parte de su propia experiencia para llevarnos a la experiencia de Dios.

Lo primero que hay que decir, es que Teresa de la oración como práctica, es decir, del tiempo concreto que dedicamos a la oración, habla muy poco. Para Teresa la oración es, e implica, un estilo de vida, de seguimiento de Jesús.

Su definición de la oración: "estar muchas veces a solas, tratando de amistad, con quien sabemos nos ama" Oración es saber lo que decimos; a quien se lo decimos, y a quien se le dice. En una época, donde Dios es la Soberana Majestad, trata a Dios como amigo, suena muy atrevido. La oración no es culto, sino trato. Pero no es un trato cualquiera, sino un trato de amistad: yo me entrego, y el otro, se me entrega. Porque hablamos de amistad implica un compartirlo todo. Es un trato entre iguales, porque no se puede dar amistad si hay subordinación.

¿Cuales son las necesidades de la amistad? La amistad implica continuidad, repetición. Que yo me encuentre con ese alguien muchas veces para que nazca la intimidad. No se trata de forzar la voluntad para que esté con esa persona, sino a enamorar la voluntad que me lleve a estar con Él, como "con el esposo, con el Padre, con el Amigo, con el Hermano". Todas estas palabras que usa Teresa para referirse a Cristo.

El  " a solas" de la definición es la intimidad para cultivar la amistad con quien sabemos nos ama. A veces se ha hablado en la oración de las fases ascéticas. Los místicos del Carmelo ponen como elemento fundamental el "con quien sabemos nos ama". Esto no implica en un primero momento que yo tengo que amar a Dios. Sino el descubrirnos amados por Dios. Se trata de descubrir algo que de por sí ya poseo y ya tengo. No se trata de algo que tengo que alcanzar ni de dar nada a Dios, sino de descubrir que Dios me ama.

Sólo en lo que la persona es, se puede descubrir querida. El éxito en el camino oracional es ir ahondando en ese amor que Dios me tiene. El proceso es tomar conciencia de que Dios me habita, de que Dios está presente en mi vida.

En el momento en que uno se descubre amado, mis fuerzas no van a llamar la atención del que me ama, sino que descubre la gratuidad. El recogerse en oración teresiano no es un acto pisoclógico para quedarse en paz, sino que apunta a tomar conciencia de una presencia. Caer en la cuenta de que Dios nos ama porque sí, gratuitamente.

lunes, 25 de junio de 2012

¡Oh noche que juntaste amado con amada!


Cuando Dios "hace desfallecer al alma a todo lo que no es Dios naturalmente" (II, 13, 11), cuando advierte que a través de sus propios razonamientos ni ideas, incluso las más espirituales, no puede llegar a Dios, y qué unicamente mediante una fe confiada y oscura puede agradar a Dios (II, 21, 4), entonces Dios que siempre estaba dispuesto y sólo buscaba el espacio libre, del que se han expulsado los falsos dioses, puede entrar en el alma con gran ternura y amorosa amistad (II, 7, 4).

Se puede entonces empezar a producir la creación de un hombre nuevo, cuyo germen había sido puesto en en bautismo. Este hombre se encuentra participando en Dios y lo ve todo con los ojos de Dios (II, 20, 5). Este hombre es capaz de cumplir de veras con el primer precepto que dice: "amarás a tu Dios de todo corazón, y de toda tu mente, y de toda tu alma, y de todas tus uerzas".

No estamos ante un fusión panteista o simbiótica de Dios con el hombre, sino ante una amistad en la que el hombre se hace tanto más libre e independiente cuanto más vive en comunión con Dios.

  En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada,
(¡oh dichosa ventura!)
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.              

  A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
(¡oh dichosa ventura!)
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.   
              
  En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz ni guía                             
sino la que en el corazón ardía.               

  Aquésta me guïaba
más cierta que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.                  

  ¡Oh noche que me guiaste!,
¡oh noche amable más que el alborada!,
¡oh noche que juntaste
amado con amada,
amada en el amado transformada!

viernes, 22 de junio de 2012

!oh noche dichosa!


Ayer me confesaba un amigo, que no entendía la noche oscura de la que habla san Juan de la Cruz. Y lo curioso es que en el fondo todos hemos experimentado, con mayor o menos intensidad, esa noche. Porque todos hemos tenido que experimentar el romper con tantas cosas, tantas ideas, y tantas concepciones de Dios, de una forma más o menos dolorosa.

Pero voy a tratar de explicar de una manera un poco más bíblica, lo que es y lo que significa la noche oscura.

La noche es una lucha encarnizada entre dos adversarios. Hay oposición entre la imagen de sí mismo, del mundo y de Dios que tiene el hombre, por una parte, y Dios, que quiere entrar en el alma desocupada, por otra. Juan de la Cruz conoce muy bien al hombre, y sabe, que la imagen propia y la imagen de Dios en el hombre caminan siempre juntas. Por eso no es raro que el hombre proyecte en Dios sus ansias de poder y de grandeza, normalmente ocultas, en la grandiosidad de los ritos o en los lujos sacrales, por ejemplo. O por el contrario, su poca autoestima o sus frustraciones en la imagen de un Dios que le controla, lo domina y le da miedo.

La Biblia entera es una lucha entre los ídolos y el Dios verdadero. La vida misma de Jesús se puede entender entre una lucha entre el Dios de los sacerdotes, que serán los que lo lleven a la muerte, y la manifestación de Dios-Abba en Jesús.

Cuando la persona, dejadas las propias ideas que tiene de Dios, y le deja manifestársele, este Dios, el Dios verdadero, le resulta extraño, pues de este Dios, no sabe nada, es simplemente "un no sé qué" que el alma siente que le falta (II, 7, 6). "Es estraño y ajeno a toda humana manera" (II 9, 5). Pero esto se nota, cuando desaparece la anterior imagen de Dios que era un ídolo y la imagen que el hombre tenía de sí.

La consecuencia, es al principio, una absolluta tiniebla de Dios junto con el sentimiento de la propia aniquilación, pues "nadie puede ver a Dios y quedar con vida" (Exodo). La persona, al quedarse sin las imágenes que le hacían poseer y en parte adueñarse de Dios, no tiene claro donde está Dios y quién es (II, 8, 2). Lo único que está sucediendo es que el Dios verdadero expulsa al antiguo ídolo, y el hombre se siente entonces inseguro y al mismo tiempo experimenta una gran reverencia ante el Dios vivo y verdadero que se le manifiesta.

La noche nos lleva al encuentro con un Dios extraño, al distinguirlo de todo lo obvio y natural, incluída la posesión de Dios, incluído el tener a Dos. La lucha del poder idolátrico contra el Dios verdadero, testificada a lo largo de la Biblia, continúa en las tribulaciones de los buscadores espirituales.

La noche oscura es, un estar en suspenso en el aire, sin sostén. En la noche oscura, el hombre se encuentra con el Dios de la Biblia, el Abba de Jesús, que no quiere tener otros dioses junto a sí

jueves, 21 de junio de 2012

Buscar compañía


En los caminos del Espíritu, san Juan de la Cruz nos muestra al guía, el compañero y el Esposo, que tomará a la persona de la mano y protegerá sus pasos: Jesucristo. Para san Juan de la Cruz, Jesucristo no es sólo el maestro cuyas enseñanzas se han de escuchar; sino sobretodo, Jesucristo, es el Esposo.

Al comenzar el camino, el santo nos anima: "Para vencer todos los apetitos y negar los gustos en todas las cosas, con cuyo amor y aficción se suele inflamar la voluntad ... es menester otra inflamación de amor de otro amor mejor, que es el de su Esposo, para que, teniendo su gusto y fuerza en este, tuviese valor y constancia para fácilmente negar todas las otras. Y no solamente era menester para vencer la fuerza de los apetitos sensitivos tener amor de su Esposo, sino para estar inflamado de amor y con ansias" (1S, 1, 14-2)

Nos sigue poniendo el santo el ejemplo de Jesús para la vida al decirnos: " cierto está que él murió a lo sensitivo en su vida y naturalmente en su muerte. Porque, él dijo, en la vida no tuvo donde reclinar su cabeza, y en la muerte lo tuvo menos" (2S, 7,10)

Pero como decía al principio, para san Juan de la Cruz, Jesús es sobretodo el Esposo. La persona debe llegar a vivir aquello de Pablo: "Vivo ya no yo; es CRisto quien vive en mí! (Gal 2, 20).

La belleza de Cristo gustada en la contemplación enamorará a la persona más aun de su Esposo, que para procurarle la vida, se dignó ocultar sus grandezas bajo el humilde velo de la naturaleza humana La persona, hallará siempre en Jesús su admirado y amado guia, su luz y su consuelo, su fuerza, y aunque tan débil en sí, se hará fuerte, porque se apoyará en la fortaleza de Jesús. Y de este modo, "apoyada con amoroso abandono en su amado (C 8, 5), hará frente sin temor a las hostilidades y obstáculos del camino de la vida.

miércoles, 20 de junio de 2012

El amor puro


La fe y la esperanza nos acercan a Dios, pero sólo el amor nos une con Él. Para san Juan de la Cuz, el amor puro, es aquel en que el alma, amando a Dios, no busca la satisfacción propia, sino la de su amado. Los hombres somos muy inclinados al deleite, y expontaneamente buscamos satisfacción aun en nuestras más nobles acciones, menoscabando así la pureza de nuestro amor. Nos ocurre así muchas veces hasta en el amor de Dios.

Sí,muchas veces buscamos a Dios para encontrar la seguridad que no tenemos; para no tener que usar nuestra libertad y escudarnos en la voluntad de Dios y no tener que tomar decisiones, por el miedo que tenemos a nuestra propia libertad. También las psicologías infantiles e inmaduras pueden refugiarse en la espiritualidad buscando una sobreprotección en sus vidas, encerrandose en un mundo espiritual que los protege de la realidad, una realidad en la que no son capaces de vivir. Otros por el contrario se hacen fuertes frente a los demás, a través de una rígida moral, formas externas de pobreza, o devociones visibles, intentando así tener poder sobre los demás, sintiéndose superiores a ellos y ocultando así su falta de personalidad y poca autoestima.

Por eso, a veces, Dios dándonos su luz, nos deja sin nada en lo espiritual para animarnos a confiar sólo en Él; a buscarlo sólo a Él, a esperar sólo en Él, y que empiece así a nacer el amor puro.

San Juan de la cruz, cuando habla del amor, nos enseña a distinguir en el amor, el sentimiento y la operación. Y nos muestra el valor relativo del primero y la cualidad sustancial del segundo.

El sentimiento en el amor no es malo. ¡Ni mucho menos! Hay que amar con toda nuestra capacidad de amar, y esto, incluye el sentimiento. Pero amar a Dios significa practiamente acatar de modo tan absoluto la voluntad de Dios, que nuestra voluntad  se pierda en la suya. En el amor humano, el que nos tenemos unos a otros, el que se tiene dos personas que se quieren especialmente, pasa lo mismo. Los sentimientos son nubes pasajeras, que puedan cambiar,incluso por un simple enfado. Pero cuando uno ama de verdad con amor puro, el amor está por encima de las circunstancias adversas, e incluso del desamor del otro.

Por eso, san Juan de la Cruz, enseña que el sentimiento es una circunstancia del amor; y que, en asuntos de amor, se haga poco caso del sentimiento, ´"empeñándonos" en amar a Dios cueste lo que cueste. En el amor humano nos encontramos con lo mismo. Es la voluntad de amar  y no el sentimeinto lo que puede mantener un vínculo entre dos personas, sea de amistad o de amor preferencial.

Lo que hace la noche, la sequedad, cuando se nos van las ganas de orar y de hacer el bien es eso: conducirnos al amor de voluntad, o si queréis, como lo traduzco yo al "amor comprometido". El amor puro, del que habla el santo, es un amor sin egoísmos, en que se ama por amar "con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas". Si una persona quiere crecer en el amor de Dios y en el amor a los demás ha de pasar por la experiencia de este amor gratuito en que no se recibe otra cosa a cambio que el amor.

San Juan de la cruz nos enseña a amar, sin otro motivo que el amor mismo: "ya sólo amar es mi ejercicio". Y éste  ama a Dios, aunque no lo sienta,  ni le encuentre, aunque no esté inclinado al bien. Este amor ama a los hermanos, aunque sean egoístas, maleducados, airados, o insoportables. Y los ama "con todo el corazón". Por eso, san Juan de la Cruz es lapidario: "Aprende a amar, como Dios quiere ser amado,  y olvida tu condición"

martes, 19 de junio de 2012

Los frutos de la noche


Orar cuando sentimos consuelo, es fácil; prácticar las buenas obras cuando nos sentimos movidos a ello, y además los demás lo saben y alaban es gratificante. Pero el amor cristiano no es amor sensible, o por lo menos no solamente amor sensible, sino que al amor cristiano lo podríamos llamar "amor comprometido". Y es este, el amor que lleva a la experiencia de Dios, y por el que san Juan de la Cruz nos quiere conducir.

Cuando la luz de Dios irrumpe en la vida de una persona, esta se queda ciega, oscura, porque es Dios quien lleva las riendas de la vida, y entonces la persona tiene que ir aprendiendo a vivir en la fe, que como dice el santo "es noche oscura para el alma".

Ese amor comprometido es lo que el santo llama: "amor infuso", porque es un amor hacia el que la persona se siente arrastrada. Y que está por encima de lo que sentimos o queremos en ese momento.

De la noche, la persona sale con un sentimiento profundo de lo poco que es; y es consciente de que sin Dios nada puede. Por eso, se acerca a Dios con mayor reverencia y respeto.

También la propia conciencia sobre su pobreza hace que la persona sea más indulgente en los juicios sobre el prójimo, y, de esta manera, la caridad fraterna viene a ser más delicada.

Pero sobretodo, aprende la persona a practicar sus buenas obras, no ya por el gusto que en ellas siente, sino por puro convencimiento de que ese es el camino de la verdadera felicidad, del encuentro con Dios.

La noche, es el paso de la edad infantil a la edad adulta en la vida cristiana. Es dejar la leche, para entrar a tomar el alimento sólido.

lunes, 18 de junio de 2012

Necesitamos la noche....


A veces la sequedad en la oración es una gracia. Pero otras veces, es el fruto de nuestra desidia. Es lo que los antiguos llamaban la tibieza. Tibio es esa persona que le da lo mismo una cosa que otra. Que ya no se esfuerza por vivir una vida conforme al Evangelio. Es aquel que la voluntad de Dios en su vida coincide peligrosamente con su propia voluntad. Es aquel que ya no busca, ni pide. Es un indeferentismo práctico, en la que la persona va perdiendo todo aliento en el servicio de Dios.

Hoy también podíamos traducir la tibieza por la llamada "religión a la carta". La persona ya no se tiene que convertir a Dios, sino que es Dios quien se debe convertir a lo que la persona espera de él. Y así Dios, se convierte en una idea, en "algo" que utilizamos para tapar nuestras carencias afectivas, mantener nuestra inmadurez psicológica, o superar los miedos que produce la fragilidad de la existencia.

San Juan de la Cruz, invita constantemente a entrar en el camino del asombro. Es decír, dejarnos seducir por un Dios que nos resulta "extraño", en el sentido que siempre es más grande, más amoroso, y más alto que lo que podamos entender de Él.

Pero entrar en el camino del asombro, lleva también la conversión, el cambio. Y este camino lleva a la noche, la oscuridad. Por eso, la "noche oscura" de la que habla san Juan de la Cruz es una gracia, porque nos abre las puertas a encontrarnos con el Dios vivo y verdadero. No es ya nuestra creación, ni la proyección de nuestras necesidades afectivas, o psicológicas, sinol a misma experiencia de Moises que tiene que descalzarse ante la zarza ardiente.

Por eso, san Juan de la CRuz, invita una y otra vez a la persona a desnudarse de sus imágenes de Dios, de sus conceptos, de todo aquello que en nuestra vida espiritual está impidiendo la manifestación del Dios vivo y verdadero.

Los cristianos de hoy, necesitan la noche, para ir dejando tantas cosas, que confunden con Dios. Para irse desprendiendo de todo aquello que hemos confundido con Dios, para abrirnos a la experiencia del encuentro de Aquel que nos llama  a una vida de comunión y de amistad con Él.

viernes, 15 de junio de 2012

Corazón de Jesús

Hoy Se celebra en la Iglesia Católica la solemnidad del Sagrado Corazón. Por eso, quiero aprovechar para presentaros a dos monjas Carmelitas -una francesa y otra italiana- muy poco conocidas.

De Sor Isabel de la Trinidad os dejo este texto, que resume muy bien la espiritualidad del Sagrado Corazón, que durante siglos movió a muchas personas y órdenes religiosas a un compromiso afectivo y efectivo con la extensión del reino de Dios.




«El Señor la ama enormemente». La ama con aquel amor de predilección que el Maestro tuvo aquí en la tierra a algunas personas y que las llevó tan alto. El no le dice como a Pedro: «¿Me amas más que éstos?» [Jn 21,15]. Madre, escuche lo que a usted le dice: «Déjate amar más que éstos!». Es decir, sin temer que algún obstáculo pueda ser obstáculo para ello, pues yo soy libre de derramar mi amor sobre quien me plazca.
Déjate amar más que éstos»: ésta es tu vocación. Siendo fiel a ella, me harás feliz, pues así ensalzarás el poder de mi amor. Y ese amor podrá rehacer lo que tú hayas deshecho. «Déjate amar más que éstos».

 


Santa Teresa Margarita Reddi fue una Carmelita Descalza italiana del siglo XVIII. Un día en la oración, el Espíritu le hizo comprender de un modo muy profundo las palabras de la carta de 1 de Juan: "Dios es amor, y quien permanece en el amor,permanece en Dios y Dios en él". Quiso llevar una vida escondida,viviendo en el continuo servicio a sus hermanas, sin hacerse notar, y buscando la unidad y el amor fraterno en su comunidad. La devoción al Sagrado corazón la llevo a vivir radicalmente el mandamiento del amor al prójimo.

Dos ejemplos de su vida: cuando murió, sus hermanas de comunidad se dieron cuenta de que ya  nadie hacia los oficios más bajos, ni limpiaban las hojas del claustro, ni ordenaba la ropería. Eran oficios que Teresa Margarita hacía silenciosa y voluntariamente como servicio a sus hermanas.

Otro ejemplo: había una hermana del convento que había perdido el juicio y era muy agresiva. Nadie se quería hacer cargo de ella. Teresa Margarita se ofreció a cuidarla, con toda dulzura hasta su muerte, aunque muchas veces sufrió en su propio cuerpo la ira de la enferma.

 Una vida que no llamó la atención, escondida en Dios,pero vivida en la radicalidad del amor cristiano; entregando la vida sin reservarse nada.

Para el que esto escribe, Teresa Margarita, siempre ha sido un ejemplo de una vida entregada a los demás; y eso, sin hacer grandes cosas, sin llamar la atención,pero viviendo en el amor cada instante de la vida. Ella, con su vida escondida sigue proclamando bien fuerte, que como dice el apostol Juan, sólo quien ama ha conocido a Dios.

jueves, 14 de junio de 2012

Perseverar


Perseverancia, constancia, permanencia, "determinada determinación", se hace muy necesaria en la vida de oración. Es fácil experimentar a los principios luz y alegría en la oración. Hablamos al Señor con ternura y suavidad, y experimentamos en ello una gran consolación Por eso, la práctica de la oración no le resulta pesada, sino gratificante. ¿No será atraído sólo por el gusto y la paz que uno encuentra?

Pero a veves los conceptos se desvanecen, la mente se queda como en vacío, y la imaginación se torna a veces inquieta y turbulenta, añadiendo así el tormento de las distracciones. Parece que la florida primavera se ha convertido en un invierno oscuro e inclemente. Y así, día tras día, semana tras semana. Pero no te inquietes, sólo es la sequedad....

Por sequedad se entiende la supresión del consuelo que se experimenta frecuentemente en la vida espiritual; supresión que actúa sobretodo en la oración, la cual se hace oscura y fría.

No te preocupes demasiado. Hay que aguantar el chaparrón, las nubes y las posibles tormentas. Estás viviendo un proceso normal en la vida de oración. Es el exceso de la luz de Dios que ciega tu mente, pero porque hay demasiada luz. Y Dios es demasiado grande para que quede encerrado en tus conceptos y reflexiones.

San Juan de la Cruz insiste en la permanencia en la oración, aunque parezca que no hacemos nada. Esta "prueba" esconde una excelsa gracia, y este aparente retroceso esconde el llamamiento a una oración más profunda, más simple, más intuitiva que la multiplicidad de razonamientos y reflexiones.

miércoles, 13 de junio de 2012

La meditación


Hasta ahora las entradas que he ido poniendo se han centrado en las disposiciones de la persona. También en los peligros que podemos tener los espirituales, y en los pecados que con mucha frecuencia camuflamos con sutilezas espiritualistas. Quiero entrar ahora en una parte más práctica: el acto de oración. Aunque el acto de oración incluirá también propuestas de vida, pues como he repedido desde el principio, la oración para los místicos del Carmelo, más que un acto, es un estilo de vida.

La meditación en Juan de la Cruz, no es sólo paa reformar la vida, sino que es un camino hacia la contemplación, paa llegar al conocimiento amoroso de Dios: "el fin de la meditación y discurso en las cosas de Dios es sacar alguna noticia y amor de Dios" (2S 14,2)

En la meditación está claro que se piensa; pero no se piensa para hacerse más sabio, sino para amar más al Señor. Santa Teresa ya avisaba: " No está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho" (4M, 7). Por eso, san Juan de la Cruz sólo habla de la meditación para enseñara desprenderse gradualmente de ella y pasar cuanto antes,o, mejor dicho, disponerse a la contemplación, que es don de Dios.

El santo nos enseña que la meditación ha de ir dando paso a una mirada intuitiva con que contemple a Cristo, sin reflexiones ni consideraciones. Es lo que el santo llama "atención amorosa". Esta atención amorosa es un lenguaje silencioso de la persona, que mira afectuosamente a Dios. En la atención amorosa Dios ilumina al alma y la atrae, como el pastor atrae a las ovejas con su silvo. Por eso, santa Teresa dice que en la oración: "no os pido más de que le miréis"

La contemplación es un don de Dios, pero san Juan de la cruz nos invita a que trabajemos adquiriendo una actitud contemplativa, a que nos acostumbremos a la mirada contemplativa. La meditación nos hace caer en la cuenta del amor que Dios nos tiene; nos hace ver el camino para llegar a Dios que es vivir, sentir y actuar como vivió, sintió y actuó Jesús, y nos ayuda a entrar en la negación, el desasimiento.

martes, 12 de junio de 2012

Optar por Dios


En el camino cristiano, cuando uno se encuenta con Jesucristo, debe tomar una decisión de optar sólo por Dios. Y optar por Dios es optar por los valores del reino de Dios.

Santa Teresa pasó muchos años de su vida sufriendo hasta que tomó la "determinada determinación" de optar por Dios y sus caminos: "Por una parte me llamaba Dios; por otra yo seguía al mundo. Dábanme gran contento todas las cosas de Dios; teníanme atada las del mundo (Santa Teresa de Jesus, V 7, 17)". Así nos puede pasar a muchos de nosotros. Nos entusiasma el Evangelio, la persona de Jesús, pero no acabamos de entregar la vida.

La sociedad nos ha enseñdo que vivir en los valores del Reino(la justicia, la compasión, la entrega y el servicio a los últimos, la relación íntima y personal con Dios, la vida fraterna...) es perder la vida, despersonalizarnos, renunciar a nuestra felicidad. Los mísitcos nos hablan de lo que ellos han vivido. Una experiencia en la que cuanto más han abierto sus vidas a la acción de Dios, han encontrado su plena felicidad.

Para ser "espirituales de veras" como dice santa Teresa, tenemos que dar un paso franco en el deseo de Dios. Los místicos nos animan en este camino, describiéndonos el gozo y la plenitud que trae este dejar todo lo que no es Dios y entrar en la experiencia de una vida basada en la comunión con Dios.

Tenemos que esperar poseer a Dios, pues "tanto alcanza de Él cuanto la persona de Él espera" (II Noche 21,8).

sábado, 9 de junio de 2012

En este vivo pan por darnos vida...



Qué bien sé yo la fonte que mane y corre,
aunque es de noche.
1. Aquella eterna fonte está escondida,
que bien sé yo do tiene su manida,
aunque es de noche.
2. Su origen no lo sé, pues no le tiene,
mas sé que todo origen de ella tiene,
aunque es de noche.
3. Sé que no puede ser cosa tan bella,
y que cielos y tierra beben de ella,
aunque es de noche.
4. Bien sé que suelo en ella no se halla,
y que ninguno puede vadealla,
aunque es de noche.
5. Su claridad nunca es oscurecida,
y sé que toda luz de ella es venida,
aunque es de noche.
6. Sé ser tan caudalosos sus corrientes.
que infiernos, cielos riegan y las gentes,
aunque es de noche.
7. El corriente que nace de esta fuente
bien sé que es tan capaz y omnipotente,
aunque es de noche.
8. El corriente que de estas dos procede
sé que ninguna de ellas le precede,
aunque es de noche.
9. Aquesta eterna fonte está escondida
en este vivo pan por darnos vida,
aunque es de noche.
10. Aquí se está llamando a las criaturas,
y de esta agua se hartan, aunque a oscuras
porque es de noche.
11. Aquesta viva fuente que deseo,
en este pan de vida yo la veo,
aunque es de noche.(San Juan de la Cruz)



viernes, 8 de junio de 2012

Desasimiento (IV)


Ya termino este tema del desasimiento dando una definición del desasimiento tal como lo propone san Juan de la Cruz: Desasirse es mirar a Jesús, fijar los ojos en Él. Es ponerse en el camino, siguiendo a Cristo; es decir, identificarse con Él, vivir con los sentimientos y actitudes de Jesús.

Aparentemente el seguimiento puede parecer una renuncia al propio ser para perderlo en Cristo. En realidad esta entrega tiene un secreto: la vida entregada por amor se encuentra en el mismo amor. Por eso san Juan de la Cruz propone al contemplativo un camino que parece, y es, muy arduo, y a veces puede echar para atrás. Pero el fin de ese camino en la comunión con Dios y con los hermanos. Cuando uno se acerca al Cántico Espiritual o a Llama de amor Viva donde Juan de la CRuz nos describe la donación total de Dios al hombre que le busca, uno se siente animado a entrar en este camino de encuentro con Él, a dejar nuestras pequeñas glorias y poderes, para entrar en ese camino llevado por el amor, y que culmina en el amor.

Por eso, el desprendimiento sólo no vale. Dar lo que se tiene, es el inicio. Pero lo decisivo es comprometer la vida. Si no tengo caridad; o sea, sino vivo la incondicionalidad del amor. Si el desprendimiento se convierte en una ley o en unas formas, pero no entrego mi corazón, entonces la ley y las formas no valen para nada. Lo peligroso de la vida cristiana, y la vida espiritual, es que podemos cumplir muchas cosas, sin despertar nunca a amar. San Juan de la Cruz nos invita al amor, pero al amor comprometido, que es el amor evangélico.

Termino ya este tema del desasimento con esta frase lapidaria de san Juan de la Cruz. Es una frase llena de compasión hacia las personas que se pasan la vida amando lo que no merece ser amado, aquello que nos esclaviza, que no nos deja ser personas. Y al mismo tiempo es una frase profética, de denuncia, que nos invita a levantar los ojos y el coazón a un amor sincero: "Oh almas criadas para esas grandezas y para ellas llamadas!, ¿qué hacéis?, ¿en qué os entretenéis? Vuestras pretensiones son bajezas y vuestras posesiones miserias. ¡Oh miserable ceguera de los ojos de vuestra alma, pues para tanta luz estáis ciegos y para tan grandes voces sordos, no viendo que, en tanto que buscáis grandezas y glorias, os quedáis miserables y bajos, de tantos bienes hechos ignorantes e indignos! " (C, 39,7)

miércoles, 6 de junio de 2012

Desasimiento (III)


¿Qué he de hacer para conseguir una vida plena? Juan de la Cruz con el Evangelio en la mano, responde que la vida plena es Dios mismo; por eso, la pregunta auténtica que debería hacerse un cristiano para ser feliz, debería ser: ¿Cómo puedo encontrarme con Dios?, o ¿cuáles son las disposiciones que permiten que yo me encuentre con Dios?

El primer paso para seguir a Jesús que es donde encontramos a Dios es negativo: saber por donde no hay que ir, deshacerse de los ídolos que el evangelio identifica con el poder, la riqueza, la nación, la familia, el padre.

Para conseguir una vida plena, para encontrarnos con el Dios de Jesús, será necesario corregir muchas falsas imágenes que no se corresponden con el Dios que Jesús nos anuncia.

Juan de la Cruz nos propone un camino que nos saca de nosotros mismos y nos abre a una dimensión inesperada. Es el mismo camino que Jesús propone al joven rico, que se fue triste "porque tenía muchos bienes" a los que estaba apegado y no estaba dispuesto a dejarlos.

El camino espiritual cristiano es un dejar de mirarse a sí mismo para estar en disposición de encontrar al Otro, a Dios y al otro, al hermano. El camino cristiano es la disposición a encontrarnos con lo nuevo, con un Dios que desborda nuestras imágenes, siempre pobres y pequeñas. Entar en la espiritualidad cristiana es un abrirse a lo inesperado, romper con lo antiguo, en fin, estar dispuesto a nacer de nuevo, a una vida nueva.

Para Juan de la Cruz, la búsqueda de la felicidad pasa por la búsqueda de la felicidad de los demás. Por eso, esa insistencia en el desasimiento, en salir de nuestro ego, de buscar nuestro sólo placer. El desasimiento cristiano no es un narcisismo camuflado de una perfección mal entendida.No es despreciarse a sí mismo, o estar continuamente culpabilizándonos de lo malos que somos. No es tampoco un machacarnos para purgar no sé que ocultos pecados.Porque no se puede ser feliz perjudicando a los demás. Sino que es la afirmación de que en la búsuqeda de nosotros mismos, de nuestro placer, del poseer, del poder no es posible ninguna felicidad. En esas cosas, sólo es posible satisfacer pasiones, pero esa stisfacción dura poco y deja un gran vacío.

martes, 5 de junio de 2012

Desasimiento (II)


Cuando habla del desasimiento, Juan de la Cruz no habla de no usar las cosas, sino del desapego. El que es rico, sea en bienes materiales o espirituales, está convencido de que no necesita de nadie ni de nada; su corazón está puesto en sus bienes, en esas riquezas encuentra la vida y por ellas la pierde; y así se imposibilita para poner su corazón en Dios.

El desasimiento que Juan nos propone es la pobreza evangélica. Las riquezas en sus dos vertientes (material y espiritual) no puede interponerse entre Dios y la persona. No puede constituir para el sujeto humano la garantía suprema y definitiva de su vida, porque eso sólo puedo serlo Dios.

La pobreza evangélica se convierte así en un modo de ser, de situarse ante la vida, ante Dios y ante los demás.

La riqueza impide la humildad, el situarse adecuadamente delante de Dios. El desasirnos de los bienes es una demostración fáctica, con hechos y no con palabras, que nuestros intereses no están en el dinero o el poder, que de verdad lo esperamos todo de Dios, y qué sólo en Él queremos poner nuestro corazón.

Por eso el contemplativo está llamado a desprenderse de sus bienes. A no poner su relación con Dios en sus logros espirituales o morales. Pero está llamado también a desprenderse de de sus poderes, "considerando a los demás como superiores a uno mismo", como nos recuerda Pablo.

Dinero y poder son las dos grandes pasiones del ser humano. Incluso a veces en la vida espiritual, se usa a Dios, para adquirir un poder muy sútil que es el poder de la buena conciencia, del juicio sobre los demás. Y no hay peor poder, que el poder religioso.

La riqueza y el poder son dos grandes ídolos de hoy y de siempre que seducen a toda persona, incluso a las más espirituales. Por eso, importa desde el principio dejar claro su caracter idolátrico, para así despejar el camino que nos permite entrar en la vía del seguimiento.

lunes, 4 de junio de 2012

Desasimiento (I)


Una de las palabras que más usa san Juan de la Cruz es la palabra "desasimiento". San Juan de la Cruz propone al contemplativos desasirse, desprenderse podíamos decir hoy, de todo lo que no sea Dios.

Lo que san Juan de la Cruz propone es la concreción de una máxima evangélica: "vende lo que tienes, da el dínero a los pobres, y sígueme" San Juan de la Cruz propone al contemplativo que venda todo lo que tiene, que entre en el ámbito de la confianza incondicional en Dios, no poniendo su corazón en los bienes y poderes de este mundo, ni tampoco en las cosas espirituales por muy santas que parezcan, para poder seguir a Jesús en la gratuidad.

El espiritual suele centrar más su vida en una pobreza ascética,pero a veces se queda anclado en los bienes espirituales: sus devociones, su forma de ver y entender a Dios, sus logros, su plan de vida orante, sus tiempos de oración. Juan de la CRuz va al fondo de esos apegos que parecen tan santos.

Pero la pobreza, el desasimiento es una condición ineludible del seguimiento. La riqueza, también la espiritual al hacer que uno se sienta poderoso y seguro de sí mismo impide el acceso a Dios. Cuando esta riqueza es espiritual, el orante se suele volver crítico, juzga a los demás y termina convertido en un soberbio, que no agunta más perfección que la suya.

Porque este tema es importante lo seguiremos tratando... quede esto como inicio de un camino que espero nos cree a todos un poco mal sabor de boca....

domingo, 3 de junio de 2012

Elevación a la Santísima Trinidad

“Oh Dios mío, Trinidad a quien adoro, ayúdame a olvidarme totalmente de mí para establecerme en Ti, inmóvil y tranquilo, como si ya mi alma estuviera en la eternidad. Que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de Ti, oh mi inmutable, sino que cada minuto me sumerja más en la hondura de tu Misterio.

Pacifica mi alma, haz de ella tu cielo, tu morada de amor y el lugar de tu descanso. Que en ella nunca te deje solo, sino que esté ahí con todo mi ser, todo despierto en fe, todo adorante, totalmente entregado a tu acción creadora.

Oh mi Cristo amado, crucificado por amor, quisiera ser, en mi alma, una esposa para tu Corazón, quisiera cubrirte de gloria, quisiera amarte..., hasta morir de amor. Pero siento mi impotencia: te pido ser revestido de Ti mismo, identificar mi alma con cada movimiento de la Tuya, sumergirme en Ti, ser invadido por Ti, ser sustituido por Ti, para que mi vida no sea sino irradiación de tu Vida. Ven a mí como Adorador, como Reparador y como Salvador.


Oh Verbo eterno, Palabra de mi Dios, quiero pasar mi vida escuchándote, quiero volverme totalmente dócil, para aprenderlo todo de Ti. Y luego, a través de todas las noches, de todos los vacíos, de todas mis impotencias, quiero fijar siempre la mirada en Ti y morar en tu inmensa luz.
Oh Astro mío querido, fascíname, para que ya no pueda salir de tu esplendor.

Oh Fuego abrazador, Espíritu de amor, desciende sobre mí, para que en mi alma se realice como una encarnación del Verbo: que yo sea para Él como una prolongación de su Humanidad Sacratísima en la que renueve todo su Misterio.

Y Tú, oh Padre, inclínate sobre esta pobre criatura tuya, cúbrela con tu sombra, no veas en ella sino a tu Hijo Predilecto en quien tienes todas tus complacencias.

Oh mis Tres, mi Todo, mi Bienaventuranza, Soledad infinita, Inmensidad en que me pierdo, me entrego a Vos como una presa. Sumergíos en mí para que yo me sumerja en Vos, hasta que vaya a contemplar en vuestra luz el abismo de vuestras grandezas”

Beata Isabel de la Trinidad