viernes, 31 de agosto de 2012

3 Moradas (II)


En el castillo, las terceras moradas son un seguro de vida sólo si el morador de ellas deposita toda su confianza en Dios. Educarse en el arte de una confianza ilimitada en él es tarea de esta jornada espiritual. Sólo la ilimitada confianza en Él podrá salvarnos de la inestabilidad e inseguridad permanenete de uno mismo.

Castillo de GravensteenEl morador de las terceras moradas debe entrenarse en la tarea compleja de la generosidad, de cara a Dios y a los hermanos. No sólo ofrecer y ofrecerse, sino recuperarse de la humillación, del fracaso y de las incoherencias de la propia generosidad. Debe entrenarse en algo más dificil: en aceptar que Dios tome la iniciativa más allá de sus proyectos de generosidad.

La etapa que Teresa está describiendo corresponde a una especia de "adolescencia espiritual". El adolescente espiritual se cree muy seguro de sí mismo, de su propia fuerza, de sus actos, tiene la convicción (quizá oculta) de que la iniciativa le corresponde a uno mismo y Dios y su amor pasan inevitablemente a un segundo lugar. Esfuerzo, lucha y responsabilidad persisturán hasta la última jornada de la vida, hasta la morada postrera del castillo. Pero más allá de nuestros esfuerzos y proyectos, Dios tiene su quehacer en nosotros. Y generalmente se hace presente desbarantando nuestros últimos reductos.

En la óptica de santa Teresa, esta prueba de amor, tiene dos objetivos: evidenciar la precariedad de nuestros esfuerzos ascéticos; y pasarnos a otro ritmo de andadura espiritual. En última instancia, de lo que se trata, es que el secreto de nuestra vida cristiana consiste en abrirnos a la acción de Dios.

miércoles, 29 de agosto de 2012

3 Moradas (I)


¿Quienes viven en estas terceras moradas? Santa Teresa nos lo describe así: "son muy deseosas de no ofender a Su Majestad ni aun de los pecados veniales se guardan , y de hacer penitencia amigas, sus horas de recogimiento, gastan bien el tiempo, ejercítanse en obras de caridad con los prójimos, muy concertadas en su hablar y vestir y gobierno de casa, los que las tienen. Cierto, estado para desear y que, al parecer, no hay por qué se les niegue la entrada hasta la postrera morada ni se la negará el Señor, si ellos quieren, que linda disposición es para que las haga toda merced"(3M 1, 5).

Estas moradas es un periodo de prueba. El hombre de las terceras moradas tiene que pasar la "prueba del amor", liberadora de egoismos y de espejismos narcisistas en la vida espiritual. Ha de fijarse un programa de vida espiritual y de oración, y permanecer en él. Suele ser una persona con celo por llevar a tras personas al conocimiento y amistad con Jesucristo. Tienen sus tiempos de oración, y se dedican al servicio del prójimo en todo lo que tienen. Quizá el problema de estas personas es que son muy "concertadas", es decir, lo tienen todo demasiado planificado, y basan su vida espiritual no en la fe desnuda, sino en los gustos que encuentran en la oración y en una vida humana y espiritualmente ordenada. En estas terceras moradas sobrevienen la sequedaz y la aridez en la oración, es decir, el disgusto y la desgana en las cosas de Dios, que prueban la verdad de nuestro amor y aun de nuestra fe.

El cristiano de las terceras moradas tiene que someterse a misteriosos controles de autenticidad; de la misma manera que el pueblo de Israel fue probado en el desierto 40 años, para ver si permanecían fieles a la Alianza con Dios; o el joven rico que se debate en permanecer en sus riquezas o entrar en la gratuidad del Reino. En estas moradas se vive en riesgo permanente, el creyente tendrá que ir haciendo opciones, muchas veces dolorosas, y sólo apoyado por una fe desnuda, muchas veces sin consuelo. Uno no se fía de Dios, en un momento de consuelo, o de iluminación, sino sólo fiado en la Palabra de Dios, en la que dice que Dios siempre permanece fiel. Teresa nos propone dos personajes bíblicos como modelos: las dos figuras paradigmáticas son David y Salomón: uno, que supera el riesgo; otro que sucumbe en él. Así es el cristiano de las terceras moradas. En su horizonte está la aventura del desierto, para recuperar el primer amor con Yahvé. Pero también las cebollas y los ajos de Egipto lo llaman.

Teresa está convencida de que, en el fondo, todos tendremos que hacer la travesía de una experiencia similar a la suya. Experiencia agridulce de la propia fragilidad. Con alternativas de autosuficiencia e incoherencia. De espejsmos y humillaciones. De firmes determinaciones y dudas envolventes y totales. Es la experiencia de la propia inseguridad radical. Y la necesidad de descubrir la misericordia amorosa de Dios como única tabla de salvación.

lunes, 27 de agosto de 2012

2 Moradas (II)


¡PHN! “La lucha contra el pecado”Una característica principal de estas segundas moradas es la lucha, pero la lucha no es la última razón de la vida en esas moradas: se lucha para recuperar el equilibrio interior perdido, la armonia. Se lucha por la paz. El principiante ha de curarse en salud: no es fácil la vida en el castillo. Es decir, no es fácil vivir en cristiano. Por eso, su síntesis en las segundas moradas podría resumirse así: en el castillo se lucha. Lección que vale para el lector de hoy, tentado de comodidad, de soluciones rápidas y fáciles, de reducir la radicalidad del Evangelio a los cánones de un humanismo bonachón.

De haber podido recurrir a nuestr imaginería de hoy, Teresa nos hubiera hablado de nuestras dependencias psicológicas derivadas del alcohol, las droga, el culto al cuerpo, del control del pensamiento por los medios de comunicación, las ideologías que impiden el diálogo y la razón; o quizá sería el frenesí de la violencia de unos con otros, o del simple tributo del consumismo dominante. Cadenas que atenazan la libertad, amordazana  la persona, y no dejan a uno ser sí mismo.

Y esto porque el hombe  es a la vez dos cosas: hermosura y dignidad en su ser (belleza del castillo; luz y sombras, grandeza y miseria en su historia (vida del castillo). Pero el orden interior no es un presupuesto o un punto de partida. Será conquista cotidiana, morada tras morada, y meta definitiva en lo hondo del alma.

Consejos prácticos que nos da santa Teresa:

-No dejarse vencer.
- Tener grande determinación de seguir adelante.
- Ir  decididos a la batalla, y antes perder la vida, el descanso y todo...
-No tornar nunca atrás a las primeras moradas.
-No hay mejor arma que la Cruz.

domingo, 26 de agosto de 2012

Transverberación del corazón de Santa Teresa

El Extasis de Santa Teresa de Bernini
Hoy, 26 de Agosto el Carmelo Teresiano celebra la transverberación de santa Teresa; una gracia mística que no tiene otro significado, sino que el corazón de Teresa se ha fundido con el corazón de Dios. Es el cumplimiento de las Palabras de San Pablo: "no vivo yo, es Cristo quien vive en mí". Es el momento tan bellamente recreado por Bernini en la conocida escultura. Quitando lo aparatoso y externo de la descripción que hace Teresa, lo que se celebra hoy en Teresa es a lo que está llamado todo hombre, una comunión de amor con Dios, comunión de la que participa el alma y el cuerpo, pues como dice Juan de la Cruz, "para este fin de amor fuimos criados"



Relato de la Transverberación:
Quiso el Señor que viese aquí algunas veces esta visión: veía un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo, en forma corporal, lo que no suelo ver sino por maravilla; aunque muchas veces se me representan ángeles, es sin verlos, sino como la visión pasada que dije primero. En esta visión quiso el Señor le viese así: no era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos que parecen todos se abrasan. Deben ser los que llaman querubines, que los nombres no me los dicen; mas bien veo que en el cielo hay tanta diferencia de unos ángeles a otros y de otros a otros, que no lo sabría decir. Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento”
Libro de la Vida, Cap 29, 13

Ya toda me entregué y di,
y de tal suerte he trocado,
que mi Amado es para mi,
y yo soy para mi Amado.
Cuando el dulce Cazador
me tiró y dejó rendida
en los brazos del amor,
mi alma quedó caída.
Y cobrando nueva vida,
de tal manera he trocado,
que es mi Amado para mí,
y yo soy para mi Amado.
Hierome con una flecha
enherbolada de amor,
y mi alma quedó hecha
una con su criador.
Yo ya no quiero otro amor,
pues a mi Dios me he entregado,
y mi Amado es para mí,
y yo soy para mi Amado.
Poesía Nº 3: Sobre aquellas palabras “dilectus meus mihi”

viernes, 24 de agosto de 2012

450 años de la fundación del Monasterio de san José de Ávila


Hoy se cumplen los 450 años de la fundación del convento de san José de Ávila. Después de muchas dificultades  Teresa da comienzo a un nuevo estilo de vida en "estrechura, pobreza y encerramiento", pero lleno de humismo cristiano, ermitaños en familia, formando una comunidad a modo de "pequeño colegio de Cristo", orando por los "defendedores de la Iglesia".
Con toda la Iglesia damos gracias a Dios, por este primer palomarcito teresiano, el primero y más querido de la santa madre, que conserva su espíritu y al que todos los carmelitas miramos con cariño y veneración. Es como ella dice" rinconcito de Dios; que yo creo lo es, y morada en que su majestad se deleita, como una vez estando en oración me dijo que era esta casa paraíso de su deleite"( V 35, 12)

Santa Teresa lo describe así en el libro de la vida: "Pues todo concertado, fue el Señor servido que, día de San Bartolomé, tomaron hábito algunas y se puso el Santísimo Sacramento, y con toda autoridad y fuerza quedó hecho nuestro monasterio del gloriosísimo padre nuestro San José, año de mil y quinientos y sesenta y dos. Estuve yo a darles el hábito, y otras dos monjas de nuestra casa misma, que acertaron a estar fuera. Como en ésta que se hizo el monasterio era la que estaba mi cuñado (que, como he dicho, la había él comprado por disimular mejor el negocio), con licencia estaba yo en ella, y no hacía cosa que no fuese con parecer de letrados, para no ir un punto contra obediencia. Y como veían ser muy provechoso para toda la Orden por muchas causas, que aunque iba con secreto y guardándome no lo supiesen mis prelados, me decían lo podía hacer.
Que es para mí grandísimo consuelo de verme aquí metida con almas tan desasidas. Su trato es entender cómo irán adelante en el servicio de Dios. La soledad es su consuelo, y pensar de ver a nadie que no sea para ayudarlas a encender más el amor de su Esposo, les es trabajo, aunque sean muy deudos; y así no viene nadie a esta casa, sino quien trata de esto, porque ni las contenta ni los contenta. No es su lenguaje otro sino hablar de Dios, y así no entienden ni las entiende sino quien habla el mismo.
Guardamos la Regla de nuestra Señora del Carmen, y cumplida ésta sin relajación, sino como la ordenó fray Hugo, Cardenal de Santa Sabina, que fue dada a 1248 años, en el año quinto del Pontificado del Papa Inocencio IV.
Me parece serán bien empleados todos los trabajos que se han pasado. Ahora, aunque tiene algún rigor, porque no se come jamás carne sin necesidad y ayuno de ocho meses y otras cosas, como se ve en la misma primera Regla, en muchas aun se les hace poco a las hermanas y guardan otras cosas que para cumplir ésta con más perfección nos han parecido necesarias. Y espero en el Señor ha de ir muy delante lo comenzado, como Su Majestad me lo ha dicho". (V 36, 5ss)

De este monasterio bendito, tan querido del que esto escribe, brotó la savia Teresiana; en este monasterio escribió Teresa y maduró el libro Camino de Perfección, ideario de la vocación carmelitana descalza, por eso, al Señor pido con Teresa: " que paréceme a mí que hará mucho mal y será muy castigado de Dios la que comenzaré a relajar la perfección que aquí el Señor ha comenzado y favorecido, para que se lleve con tanta suavidad; que ve muy bien es tolerable y se puede llevar con descanso; y el gran aparejo que hay para vivir siempre en él las que a solas quisieren gozar de su Esposo Cristo. Que esto es siempre lo que han de pretender, y solas con Él solo" (V 36, 29).




jueves, 23 de agosto de 2012

2 Moradas (I)


¿Quiénes están en estas segundas moradas? Teresa nos responde: " Es de los que han ya comenzado a tener oración y entendido lo que les importa no se quedar en las primeras moradas, mas no tienen aún determinación para dejar muchas veces de estar en ella, porque no dejan las ocasiones, que es harto peligro. Mas harta misericordia es que algún rato procuren huir de las culebras y cosas emponzoñosas, y entender que es bien dejarlas. Estos, en parte, tienen harto más trabajo que los primeros, aunque no tanto peligro, porque ya parece los entienden, y hay gran esperanza de que entrarán más adentro" (2M 1, 2)

En las segundas moradas se experimenta una etapa de lucha más fuerte. Y esto es porque persisten los dinamismos de desorden, introducidos en el castillo por la vida vivida fuera. Por eso, en estas moradas más que en las primeras al principiante le es necesaria una opción radical. Al mismo tiempo, si se es fiel a la oración se va progresivamente cogiendo gusto por la escucha de la Palabra de Dios,meditando la vida de Jesús, para hacerla nuestra.. También se experimentan como contraste del pecado, la alegría, libertad y determinación que da la vida en comunión con Dios. Son pequeños atisbos, pero que animan y dan consuelo en la lucha.

El castillo interior de Teresa es un símbolo ideal y real a la vez: símbolo de la interioridad del hombre, de la lucha por realizarse; y al mismo tiempo de su llamada a la trascendencia. Teresa se limita a descubrir en la interioridad de cada hombre la raiz de ese drama desgarrador de la guerra, que está instalado en la interioridad de la humanidad, en la entraña misma de la historia de los hombres.

Según Teresa no hay perspectivas de vida cristiana adulta ( y, menos, de mística, experiencia de Dios) para cobardes, cómodos, perezosos y blandengues. Ni para quienes entran en el castillo con el señuelo del idilio intimista, de esa espiritualidad ñoña y amundana, sin compromiso más que para cumplir unos ritos, que más tiene que ver con la estética que con el encuentro con Dios.

"Oh Señor mío!, aquí es menester vuestra ayuda, que sin ella no se puede hacer nada . Por vuestra misericordia no consintáis que esta alma sea engañada para dejar lo comenzado. Dadle luz para que vea cómo está en esto todo su bien, y para que se aparte de malas compañías; que grandísima cosa es tratar con los que tratan de esto; allegarse no sólo a los que viere en estos aposentos que él está, sino a los que entendiere que han entrado a los de más cerca; porque le será gran ayuda, y tanto los puede conversar, que le metan consigo. Siempre esté con aviso de no sedejar vencer; porque si el demonio le ve con una gran determinación de que antes perderá la vida y el descanso y todo lo que le ofrece que tornar a la pieza primera, muy más presto le dejará. Sea varón y no de los que se echaban a beber de bruces, cuando iban a la batalla, no me acuerdo con quién, sino que se determine que va a pelear con todos los demonios y que no hay mejores armas que las de la cruz" (2M 1, 6)

miércoles, 22 de agosto de 2012

1 Moradas (III)



Santa Teresa nos da unos consejos prácticos para acompañarnos en este camino hacía la morada más interior del Castillo, donde mora Dios.

Lo primero que nos dice es "poner los ojos en Cristo nuestro bien". Esta es la quintaesencia de su "Evangelio", y tiene que ser el "abc" del principiante. Y unido a esto "poner  a su bendita Madre por intercesora". No hacemos solos este camino, Jesús nos acompaña siempre en el camino de la oración, como modelo y como consolador. Teresa nos invita a comtemplar su vida, sus acciones para despertarnos a amar y para conocer el corazón del que habita en el Castillo interior, de Dios. Ver y contemplar la vida de Jesús para saberlo imitar en el amor.

Sata Teresa nos invita también al realismo en estos primeros pasos. A pesar de los buenos deseos fácilmente seremos vencidos. Las malas costumbres e inclinaciones, el egoismo fuertemente afincado en nosotros, son malos consejeros. Santa Teresa nos dice que "si ha comenzado ya la oración, no la deje","viniera lo que viniere, y pasare lo que pasare", pues por ella nos vendrá todos los bienes.

Pero también nos avisa que este camino nos es para espíritus mediocres y flojos. La oración es un camino de lucha y se necesita un temple y un espíritu combativo. Por eso, nos habla de la "determinada determinación" para seguir adelante.

Desde el principio es necesario tener muy en cuenta el ideal del camino y qué es la santidad: "la perfección verdadera es amor de Dios y del prójimo". Esto aunque parece obvio es muy importante tenerlo claro, porque el principiante suele quedarse en lo exterior, en las formas, aunque estas sean religiosas. Muchas veces una falsa espiritualidad, que no va a lo nuclear, al camino del Evangelio, esconde el miedo y la mediocridad, del cristiano que prefiere andarse por la ramas, entretenido en ideas, formas, e inciensos, sin atreverse por el camino del Evangelio, que es amor de Dios y del prójimo.

martes, 21 de agosto de 2012

1 Moradas (II)


En las primeras moradas habitan las personas que comienzan a tener oración. Son personas que todavía no caminan con rápidez en la vida cristiana, sino que andan rondando el castillo, pero no han descubierto todavía la belleza de la amistad y comunión con su Dios. Por un lado sienten la belleza del amor de Dios, pero por otro están encadenados en las cosas que los apartan de él. Les falta la determinación del desasimiento. Viven entre dos mundos. Pero se animan a tener ratos de oración, donde Dios les va comunicando su gracia, llevándolos a una nueva aventura, invitándolos a una nueva forma de vida en en el amor.

Santa Teresa nos da tres consejos en esta primera morada:

a) Atención al pecado que amenaza la ruina del castillo.
b) Ahondar en el propio conocimiento, para cimentarse en humildad.
c) Dilatar la mirada y otear dentro de sí el vasto paisaje del Castillo interior.

Cuando Teresa introduce al principiante en su vida espiritual lo encara con dos situaciones límite: la suma dignidad del hombre, y la suma fealdad del pecado. El hombre que no se deja guiar por los designios de amor del Creador, se envilecce cuando vive una vida centrada en sí mismo, sin vivirla como un don para los demás, se empequeñece. El hombre se autodestruye en el egoismo. La oración es el comienzo de un salir de sí mismo al encuentro con Dios y con los hermanos.

¿En qué consiste el propio conocimiento que nos propone Teresa? El principiante no se conocerá a sí mismo sino se sabe habitado por Dios. Pero el hombre es capaz ( y lo hace) de introducir el mal en el castillo. Al mismo tiempo el riesgo fatal del propio conoicimiento es ver sólo el lado negro de sí mismo. Esto ocurre sí vemos sólo nuestra historia desconectada de Dios. Entonces lograremos un propio conocimeinto ratero y envilecedor, cobarde y frustrante. Por eso Teresa nos invita a apunta más alto: "poner los ojos en el centro del Castillo donde está el rey"

lunes, 20 de agosto de 2012

1 Moradas (I)


El hombre es lo más parecido a Dios: no sólo está hecho a imagen de Dios, sino que es capaz de contenerlo. Santa Teresa parte de la convicción de que el hombre no está hueco, sino que está habitado por Dios, lo contiene, es su templo
El alma del hombre es como un castillo guerrero, bien anclado en la roca del propio cuerpo, poblado de vida y de problemas. El plan de Dios sobre el hombre es maravillosos. Sólo el conocerlo ya debe de servir "para despertar a más amar" pero quien lo pongo en duda dificilmente llegará a saberlo por experiencia. El mayor problema del hombre para Teresa, es que puede vaciarse de sí mismo y derramarse. Puede perder su sentido y su dignidad altísima de portador de Dios. Es posible que el hombre se desentienda del interior de sí mismo hasta desconocerse y animalarse. La santa usará la forma más fuerte: bestialidad, pues necesitaba decir de la forma más fuerte que el desalojo de la propia interioridad es una de las mayores aberraciones del hombre.

Pero no basta conocer el castillo y pararse ante él: ¡hay que entrar! Para entrar sólo hay una puerta: la oración. Pues el castillo está habitado por Dios, y entrar en él, es relacionarse con Dios. Por eso, orar, es pasar la puerta del castillo y comenzar a relacionarse con Dios.

Si quieres entrar en las primeras moradas camina sin mirar atrás.... Confía en Jesús que te librará de las amarras misteriosas que te impiden pasar el umbral de tí mismo.... Será él, Jesús, el que te dará luz para que empieces a ver de otra manera las maravillas de tu propio castillo y lograr encontrar a Dios dentro de tí.

domingo, 19 de agosto de 2012

Castillo Interior o las Moradas


Despues de describir la oración Teresiana, vamos a entrar ahora en la obra cumbre de santa Teresa: "El Castillo Interior o las Moradas". Es un libro que termina con 63 años, ya cercano el final de su vida. Pero aquí tenemos más que un libro. Teresa narra con las moradas, el símbolo maravilloso del misterio del hombre. Pero es además, el alma de su autora, que se va desplazando y elevando de morada en morada. Es un programa femenino pero batallador, de la vida cristiana.

En el libro podemos ver tres niveles: a) ver en el libro la propia historia de Teresa: su castillo. b) Leer el mensaje del símbolo o de los símbolos cruzados que ensamblan la obra. c) Leerlo como una descripción de la vida cristiana.

Teresa nos comunica su propia experiencia: cada hombre es un castillo interior como el que ella posee. Un castillo habitado por el mismo Dios.

El hombre es descrito como un gusano de seda. que se puede convertir en mariposa. Pues según Teresa todo hombre y mujer ha nacido para tener alas y elevarse.

El proyecto del libro es claro: el hombre es invitado por Dios a su plenitud, pero una plenitud que nace de la comunicación-amistad, de éste con Dios. Por eso en las últimas páginas del libro su símbolo preferido será el "desposorio y matrimonio espiritual" como plenitud de las relaciones humanas en ela mor, pero al mismo tiempo símbolo realista de la plenitud del hombre enamorado de Dios.

martes, 14 de agosto de 2012

Solemnidad de la Asunción de María al Cielo


Los primeros ermitaños del monte Carmelo eran contemplativos. Con toda seguridad contemplaron el misterio de María, la Señora del Lugar que ocupaba el centro de la capilla donde se reunían los ermitaños. La contemplación evangélica  de la Virgen se le presenta a sus ojos, como Madre premurosa,  que ve crecer a su Hijo en Nazaret (cfr. Lc.2, 40. 52), lo sigue por los caminos de Palestina, lo asiste en las bodas de Caná (cfr. Jn. 2,5) y, a los pies de la Cruz, se convierte en la Madre asociada a su ofrecimiento, donándose a todos los hombres en la entrega que el mismo Jesús hace de Ella a su discípulo predilecto (cfr. Jn.19,26). Como Madre de la Iglesia, la Virgen Santa está unida a los discípulos “en continua oración” (Hch. 1,14) y, como Mujer nueva que anticipa en sí lo que se realizará un día en todos nosotros con la plena fruición de la vida trinitaria, es elevada al Cielo, de donde extiende el manto de protección de su misericordia sobre los hijos que peregrinan hacia el monte santo de la gloria.

Una tal actitud contemplativa de la mente y del corazón lleva a admirar la experiencia de fe y de amor de la Virgen, que ya vive en sí cuanto todo fiel desea y espera realizar en el misterio de Cristo y de la Iglesia (cfr. Sacrosanctum Concilium 103; Lumen gentium 53). Justamente por esto, los carmelitas y las carmelitas han elegido a María como Patrona y Madre espiritual y la tienen siempre ante los ojos del corazón, la primera seguidora de su Hijo que guía a todos al perfecto conocimiento e imitación de Cristo.

Florecerá así una intimidad de relaciones espirituales que incrementan cada vez la comunión con Cristo y con María. Para los Miembros de la Familia carmelitana María, la Virgen Madre de Dios y de los hombres, no es sólo un modelo para imitar, sino también una dulce presencia de Madre y Hermana en la cual confiar. Con acierto santa Teresa de Jesús exhortaba: “Imitad a María y considerad qué tal debe ser la grandeza de esta Señora y el bien de tenerla por Patrona” (Castillo interior, III, 1, 3).



lunes, 13 de agosto de 2012

El método teresiano de oración en síntesis


Lo primero es determinada determinación de empezar la oración,  o si se ha empezado no dejarla. Teresa nos dice: "Quien la ha comenzado no la deje. Y quien no la ha comenzado, por amor del Señor le ruego yo, no carezca de tanto bien. No hay aquí qué temer, sino qué desear".

Al principio requiere separar algún tiempo y elegir un lugar adecuado. No olvidar nunca que la oración está al alcance de todos: "Mirad que convida el Señor a todos".

Nos puede ayudar la oración de recogimeinto: recoger  y concentrar los sentidos en nuestro interior. Reconocer la presencia de Cristo en nosotros. Habla sencillamente con él, déjate mirar por Cristo y mírale tu también. Acostúmbrate a su compañía. Aprende a escucharle: se comunica sin necesidad de palabras.

No olvides nunca que la oración es una relación de amor: "tratar de amistad"

La oración nos acostumbra a vivir en el amor, verdad y libertad, es decir, a recuperar la unidad y la armonia interior, a caminar derechos en el segumiento de Jesús.

Santa Teresa nos garantiza que practicándola estamos en el buen camino, y que los resultados no se harán esperar.

"Son las almas que no tienen oración como un cuerpo con perlesía o tullido que, aunque tiene pies y manos, no los puede mandar: que hay almas tan enfermas y mostradas a estarse en cosas exteriores, que no hay remedio y parece que no pueden entrar dentro de sí ... y con ser de natural  tan rica y poder tener su conversación nada menos que con Dios, no hay remedio. Y, si estas almas no procuran entender y remediar su gran miseria, quedarse han hechas estatuas de sal por no volver la cabeza hacia sí, así como le quedó la mujer de Lor por volverla. Porque a cuanto yo puedo entender, la puerta para entrar en este castillo es la oración... (1M 1, 6-7)

miércoles, 8 de agosto de 2012

9 de Agosto: Edith Stein




Hoy celebra la Orden del Carmen a santa Teresa Benedicta de la CRuz, más conocida como Edith Stein.

edithstein.jpgCuando Edith Stein, la última de once hermanos, nació en Breslau el 12 de octubre de 1891, la familia festejaba el Yom Kippur, la mayor fiesta hebrea, el día de la expiación. "Esto hizo, más que ninguna otra cosa, que su madre tuviera una especial predilección por la hija más pequeña". Precisamente esta fecha de su nacimientó fue para la carmelita casi un vaticinio.

El padre, comerciante de maderas, murió cuando Edith no había cumplido aún dos años. La madre, una mujer muy religiosa, solícita y voluntariosa, una persona verdaderamente admirable, al quedarse sola, debió hacer frente tanto al cuidado de la familia como a la gestión de la gran hacienda familiar; pero no consiguió mantener en los hijos una fe viva. Edith perdió la fe en Dios. "Con plena conciencia y por libre elección dejé de rezar".

Obtuvo brillantemente la reválida en 1911 y comenzó a estudiar germanística e historia en la Universidad de Breslau, más para tener una base de sustento en el futuro que por auténtica pasión. Su verdadero interés era la filosofía. Le interesaban también los problemas de la mujer. Entró a formar parte de la organización "Asociación Prusiana para el Derecho Femenino al Voto". Más tarde escribía: " como bachiller y joven estudiante, fui una feminista radical. Perdí después el interés por este asunto. Ahora voy en busca de soluciones puramente objetivas".

En 1913, la estudiante Edith Stein se fue a Gottinga para asistir a las clases universitarias de Edmund Husserl, de quien llegó a ser discípula y asistente, consiguiendo con él el doctorado.

Por aquel tiempo le ocurrió un hecho importante: observó cómo una aldeana entraba en la Catedral de Frankfurt con la cesta de la compra, quedándose un rato para rezar. "Esto fue para mí algo completamente nuevo. En las sinagogas y en las iglesias protestantes que he frecuentado los creyentes acuden a las funciones. Aquí, sin embargo, una persona entró en la iglesia desierta, come si fuera a conversar en la intimidad. No he podido olvidar lo ocurrido".

En el verano de 1921 fue durante unas semanas a Bergzabern (Palatinado), a la finca de la Señora Hedwig Conrad-Martius, una discípula de Husserl. Esta señora, junto con su esposo, se había convertido al Evangelio. Una tarde Edith encontró en la biblioteca la autobiografía de Teresa de Ávila. La leyó durante toda la noche. "Cuando cerré el libro, me dije: esta es la verdad".
 
Edith Stein se bautizó e ingresó en el Carmelo Descalzo. A pesar de los intentos de sus superiores de salvarla, la persecución de los Nazis sobre los judios la alcanzó por pertenecer a ese pueblo. El 2 de agosto de 1942 llega la Gestapo. Edith Stein se encuentra en la capilla con las otras Hermanas. En cinco minutos debe presentarse, junto con su hermana Rosa, que se había bautizado en la Iglesia Católica y prestaba servicio en las Carmelitas de Echt. Las últimas palabras de Edith Stein que se oyen en Echt están dirigidas a Rosa: "Ven, vayamos, por nuestro pueblo". Murió en las cámaras de gas.

Contemplar y comunicar lo contemplado


En el capítulo 20, del libro "Camino de Perfección", Teresa apremia a sus monjas a la práctica de la comunicación espiritual, algo que para entonces, en aquellos tiempos recios de sospecha ante cualquier cosa nueva, resultaba arriesgado y peligroso. Teresa, en cambio, les recuerda el sentido propio de una casa de experiencia: reunidas para "poder hablar en Dios" (con Él y de Él), es decir, para orar y comunicar. Teresa quiere una comunidad orante, pero no sólo de recitación orante, sino sobretodo de inducción a la experiencia: " Todas las personas que os trataren, hijas,habiendo disposición y alguna amistad, procurad quitarlas el miedo de comenzar tan gran bien (el de la oración); y, por amor de Dios, os pido que vuestro trato sea siempre ordenado a algún bien de quien hablareis, pues vuestra oración ha de  ser para provecho de las almas. Y puesto habéis siempre de pedir al Señor, mal parecería, hermanas, no procurarlo de todas las maneras. Vuestros deudos ya saben que sois religiosas y que vuestro trato es de oración. No se os ponga delante: "no quiero que me tengan por buena", porque es provecho o daño común el que en vos vieren. Y es gran mal a las que tanta obligación tienen de no hablar sino en Dios, como las monjas, les parezca bien disimulación en este caso, sino fuese alguna vez para más bien. este es vuestro trato y lenguaje; quien os quisiere tratar, depréndale... Si os tuvieren por groseras, poco va en ello; si por hipócritas, menos. Ganaréis de aquí que no os vea sino quien se entendiere por esta lengua" (CV 20, 3-6)

Teresa invita a hablar de Dios. Pero no en un lenguaje superficial de lo aprendido, sino del trato que con Él se tiene en la oración, y de todo aquello que la persona va recibiendo en el camino orante. Un contemplativo, ha de tener en su corazón el deseo de llevar a las otras personas el gran bien de la oración.

Santa Teresa era una gran comunicadora. Ella dice que un cosa es recibir una gracia, otra el entenderla y otra el poderla expresar. Por eso, ella, se propuso invitar con sus escritos a todas las personas a entrar en esa comunicación, más bien, comunión con el Dios de amor, que llenó su vida, y la plenificó.

El contemplativo, el orante, para Teresa no ha de ser nunca un ser huraño, encogido, poco amigo de tratar con los demás. Antes al contrario, para ella el contemplativo ha de andar "con una santa libertad", ni "encogidos" ni "apretado", y "ser afable y agradar y contentar a las personas que tratamos". Ella, a lo largo de sus escritos desenmascara esa espiritualidad " que encoge el ánimo y el ánima". Por eso, ella dice una y otra vez: " Así, hermanas, todo lo que pudiéseis sin ofensa de Dios, procurad ser afables y entender de manera con todas las personas que os trataren, que amen vuestra conversación y deseen vuestra manera de vivir y tratar, y no se atemoricen ni amedrenten de la virtud. A religiosas importa mucho esto: mientras más santas, mas conversables con sus hermanas, y aunque sintáis mucha pena sino van sus pláticas todas como vos las queríais hablar, nunca os extrañéis(canseis) de ellas, si queréis aprovechar y ser amada" (CV 41, 5-8)

martes, 7 de agosto de 2012

La vida contemplativa es fuente de humanización


La vida contemplativa constituye una forma eminente de realización de la condición humana. Ser contemplativo no es más que ejercer, vivir, poner en práctica la capacidad de infinito, la condición de imagen de Dios presente en cada persona. De este ejercicio de lo mejor, de lo más sublime que hay en el hombre, se sigue una capacidad humanizadora, una fuente inestimable de lo humano.

El amor de Dios, es más ensanchador que ocupador; no viene a llenar el corazón del hombre como si se tratara de una carencia, sino a dilatarlo en la medida misma de Dios; y desde ahí, gracias  a esa dilatación de sus posibilidades que le confiere la inserción en la generosa corriente del amor de Dios, le capacita para amar a los demás, destinatarios naturales del amor de Dios, y al mundo creado por Dios como medio de su realización. Aceptar el amor originario de Dios no consiste en encerrarlo dentro de nosotros, sino en hacernos sus mediadores prolongándolo en nuestro amor universal a todo lo que existe. De ahí la estrecha relación del amor de Dios con el amor a lo hermanos que lleva al Nuevo Testamento a afirmar expresamente: "Quien no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor"; "en esto sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, en que amamos a nuestros hermanos"; y " quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve" (1Jn 4, n8.20) Esto ha llevado a los místicos de todas las tradiciones a mostrar el amor a los hermanos como manifestación y garantía de la verdad del amor de Dios.

De ello ofrece Teresa incontables testimonio en sus escritos. En las Moradas por ejemplo, repite una y otra vez: " Entendamos, hijas mías, que la perfección verdadera es amor de Dios y del prójimo, y mientras con más perfección guardemos estos dos mandamientos, seremos más perfectas" (1M 2, 17). "Acá solas estas dos cosas nos pide el Señor, amor de su Majestad y del prójimo, es en lo que hemos de trabajar" (5M 3, 7). "Que no, hermanos, no; obras quiere el Señor, y que si ves una enferma a quien puedes dar algún alivio, no se te de nada perder esa devoción y te compadezcas de ella" (5M 3, 11) "Para esto es la oración, hijas mías; de esto sirve este matrimonio espiritual, de que nazcan siempre obras, obras" (7M 4,6)

viernes, 3 de agosto de 2012

Descubrir la Trascendencia


Teresa vio el peligro, particularmente entre los letrados (aquellos que tienen estudios), de identificar la oración con una actividad intelectual: "algunos he topado que les parece que está todo el negocio en el pensamiento, y si este pueden tener mucho en Dios, aunque sea haciéndose gran fuerza, luego les parece que son espirituales; y si se divierten (se distraen), no pudiendo más aunque sea para cosas buenas, luego les viene gran desconsuelo y les parece que están perdido" (F, 5,2). Santa Teresa nos invita al descanso en la oración, a dejar pensamientos piadosos, razonmientos sobre Dios, y a entrar en el gozo de una contemplación sencilla. Ante este peligro de la oración intelectualista de la meditación discursiva, en que "no les parece que ha de haber día de Domingo, ni rato que no sea trabajar en componer razones" (V 13, 11), Teresa reaccionó diciendo que "la sustancia de la perfecta oración" no está en el pensamiento sino en el amor, "por donde el aprovechamiento del alma no está en pesar mucho, sino en amar mucho" (F 5, 2; 4M 1,7).

Por eso Teresa propone el recogimiento para introducirnos a la oración contemplativa, tal como hemos explicado en capítulos anteriores. Pero recogerse no es ensimismarse. La interioridad no es refugio para aislarnos del mundo; al contrario, es el lugar donde nos encontramos cono desfondados, remitidos a los otros, al Otro que nos precede y nos funda. El esfuerzo del recogimiento no se reduce, pues, a las técnicas de concentración o a la lucha metódica contra las distracciones y el aburrimiento en la oración.

Teresa no nos propone captar un "objeto" de posesión, sino a vaciar el propio interior, a romper con esas formas defectuosas de relación que son el espíritu de propiedad y de dominio, a purificar el corazón hasta que refleje la presencia que lo habita. Se trata de recogerse hasta trascenderse, de entrada en lo más interior de uno mismo y de salida irreprimible más allá de sí mismo, de adentrarse con Dios en el centro más secreto de uno mismo para encontrar allí el secreto originario de Dios y del hombe: Jesucristo.

Sólo quien se trasciende, quien va más allá de uno mismo, saliendo literalmente de sí, desposeyéndose de toda pretensión de dominio, podrá descubrir la trascendencia.

jueves, 2 de agosto de 2012

Perdónanos, como perdonamos

En una entrada anterior, hablabamos, de como para Santa Teresa la contemplación tiene como uno de los frutos más preciosos la capacidad de perdonar. En este video que os ofrezco a continuación vienen algunas frases de santa Teresa en el libro "Camino de Perfección" donde habla de esto , comentando la cita del Padre Nuestro: "Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos".

miércoles, 1 de agosto de 2012

Teresa ora la Eucaristía


Santa Teresa vivió de una manera muy profunda la Eucaristía, el sacramento de la presencia del Señor en medio de nosotros. Os dejo este otro video, donde describe su experiencia orante de la Eucaristía.  Los textos que apaecen estan sacados en su mayor parte del libro "Camino de Perfección", cuando medita las palabras: "el pan nuestro de cada día, dánosle hoy".